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Archive for 24 de febrero de 2015

De mi propia vida

En el tiempo que me queda, tendré que arreglar mis cuentas con el mundo

Hace un mes me encontraba bien de salud, incluso francamente bien. A mis 81 años, seguía nadando un kilómetro y medio cada día. Pero mi suerte tenía un límite: poco después me enteré de que tengo metástasis múltiples en el hígado. Hace nueve años me descubrieron en el ojo un tumor poco frecuente, un melanoma ocular. Aunque la radiación y el tratamiento de láser a los que me sometí para eliminarlo acabaron por dejarme ciego de ese ojo, es muy raro que ese tipo de tumor se reproduzca. Pues bien, yo pertenezco al desafortunado 2%.

Doy gracias por haber disfrutado de nueve años de buena salud y productividad desde el diagnóstico inicial, pero ha llegado el momento de enfrentarme de cerca a la muerte. Las metástasis ocupan un tercio de mi hígado, y, aunque se puede retrasar su avance, son un tipo de cáncer que no puede detenerse. De modo que debo decidir cómo vivir los meses que me quedan. Tengo que vivirlos de la manera más rica, intensa y productiva que pueda. Me sirven de estímulo las palabras de uno de mis filósofos favoritos, David Hume, que, al saber que estaba mortalmente enfermo, a los 65 años, escribió una breve autobiografía, en un solo día de abril de 1776. La tituló De mi propia vida.

“Imagino un rápido deterioro”, escribió. “Mi trastorno me ha producido muy poco dolor; y, lo que es aún más raro, a pesar de mi gran empeoramiento, mi ánimo no ha decaído ni por un instante. Poseo la misma pasión de siempre por el estudio y gozo igual de la compañía de otros”.

He tenido la inmensa suerte de vivir más allá de los 80 años, y esos 15 años más que los que vivió Hume han sido tan ricos en el trabajo como en el amor. En ese tiempo he publicado cinco libros y he terminado una autobiografía (bastante más larga que las breves páginas de Hume) que se publicará esta primavera; y tengo unos cuantos libros más casi terminados.

Hume continuaba: “Soy… un hombre de temperamento dócil, de genio controlado, de carácter abierto, sociable y alegre, capaz de sentir afecto pero poco dado al odio, y de gran moderación en todas mis pasiones”.

En este aspecto soy distinto de Hume. Si bien he tenido relaciones amorosas y amistades, y no tengo auténticos enemigos, no puedo decir (ni podría decirlo nadie que me conozca) que soy un hombre de temperamento dócil. Al contrario, soy una persona vehemente, de violentos entusiasmos y una absoluta falta de contención en todas mis pasiones.

Sin embargo, hay una frase en el ensayo de Hume con la que estoy especialmente de acuerdo: “Es difícil”, escribió, “sentir más desapego por la vida del que siento ahora”.

En los últimos días he podido ver mi vida igual que si la observara desde una gran altura, como una especie de paisaje, y con una percepción cada vez más profunda de la relación entre todas sus partes. Ahora bien, ello no significa que la dé por terminada.

Por el contrario, me siento increíblemente vivo, y deseo y espero, en el tiempo que me queda, estrechar mis amistades, despedirme de las personas a las que quiero, escribir más, viajar si tengo fuerza suficiente, adquirir nuevos niveles de comprensión y conocimiento.

Eso quiere decir que tendré que ser audaz, claro y directo, y tratar de arreglar mis cuentas con el mundo. Pero también dispondré de tiempo para divertirme (e incluso para hacer el tonto).

 

De pronto me siento centrado y clarividente. No tengo tiempo para nada que sea superfluo. Debo dar prioridad a mi trabajo, a mis amigos y a mí mismo. Voy a dejar de ver el informativo de televisión todas las noches. Voy a dejar de prestar atención a la política y los debates sobre el calentamiento global.

No es indiferencia sino distanciamiento; sigo estando muy preocupado por Oriente Próximo, el calentamiento global, las desigualdades crecientes, pero ya no son asunto mío; son cosa del futuro. Me alegro cuando conozco a jóvenes de talento, incluso al que me hizo la biopsia y diagnosticó mis metástasis. Tengo la sensación de que el futuro está en buenas manos.

Soy cada vez más consciente, desde hace unos 10 años, de las muertes que se producen entre mis contemporáneos. Mi generación está ya de salida, y cada fallecimiento lo he sentido como un desprendimiento, un desgarro de parte de mí mismo. Cuando hayamos desaparecido no habrá nadie como nosotros, pero, por supuesto, nunca hay nadie igual a otros. Cuando una persona muere, es imposible reemplazarla. Deja un agujero que no se puede llenar, porque el destino de cada ser humano —el destino genético y neural— es ser un individuo único, trazar su propio camino, vivir su propia vida, morir su propia muerte.

No puedo fingir que no tengo miedo. Pero el sentimiento que predomina en mí es la gratitud. He amado y he sido amado; he recibido mucho y he dado algo a cambio; he leído, y viajado, y pensado, y escrito. He tenido relación con el mundo, la especial relación de los escritores y los lectores.

Y, sobre todo, he sido un ser sensible, un animal pensante en este hermoso planeta, y eso, por sí solo, ha sido un enorme privilegio y una aventura.

Oliver Sacks, catedrático de Neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York, es autor de numerosos libros, entre ellos Despertares y El hombre que confundió a su mujer con un sombrero.

© Oliver Sacks, 2015.

Este artículo se publicó originalmente en The New York Times.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

http://elpais.com/elpais/2015/02/20/opinion/1424439216_556730.html

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El Estado contra su origen

 

Nestora Salgado tiene nacionalidad estadounidense, además de la mexicana. Hasta ahora de poco le ha servido para que se respeten sus derechos más elementales. Específicamente el derecho al debido proceso.

En México las instituciones han perdido su base de sustento: el pueblo soberano. Se han quedado sin base doctrinaria. Actúan con criterio virreinal: por la gracia de Dios. Se les llena la boca con el estado de derecho y se les pasa que “todo poder público dimana y se instituye para su beneficio”.

Es el caso de la Ley 701 de Reconocimiento, Derechos y Cultura de los Pueblos y Comunidades Indígenas de Guerrero, promulgada a mediados de 2009. En el marco de esa ley Nestora Salgado fue electa en asamblea por su comunidad como comandante de la policía comunitaria de Olinalá, Guerrero. Está investida de autoridad legal y legítima. Las detenciones que ha realizado, además de haber sido concertadas, son actos de autoridad.

Nada más legal que la asamblea comunal. Dice textualmente el artículo 27 de la Constitución nacional (en lo que todavía queda vigente después de los destrozos de 2013) “la Asamblea General es el órgano supremo del núcleo de población ejidal o comunal, con la organización y funciones que la ley señale. El comisariado… es el responsable de ejecutar las resoluciones de la Asamblea”. No tomar decisiones.

Pero a los poderes hoy constituidos, a los acaparadores de las instituciones, les da horror, terror y pavor que el pueblo soberano se organice. Son hostiles a la fuente de la legitimidad. Les causa sarpullido el artículo 39: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”.

En Guerrero tales ideas son herejías subversivas. Cita la siempre valiente Blanche Pietrich al abogado Leonel Rivero, defensor de la comandante Nestora Salgado: “les expliqué  (a los funcionarios consulares de los Estados Unidos)  que el de Nestora es un típico caso de prisión política y persecución de la lucha social. Su situación condensa el rechazo del Estado a proyectos autónomos de seguridad pública que, como las policías comunitarias y las autodefensas, evidenciaron la incapacidad de las autoridades de proteger a las poblaciones indígenas y rurales de la acción de crimen organizado, por omisión o complicidad”.

Le menciona Leonel Rivero a Blanche que “los procesos en su contra tienen una innegable carga política. Y recordó que desde hace años los gobiernos utilizan las figuras penales de secuestro y secuestro agraviado para reprimir a dirigentes del movimiento popular, como en su momento fueron los dirigentes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco, sentenciados a hasta 60 años de cárcel y finalmente liberados. O el caso del vocero del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositaras de La Parota, Marco Suástegui”.

Habría que añadir, al menos, la desastrosa actuación del comisionado federal en la Tierra Caliente de Michoacán, o la actuación de la autoridad de Jalisco en el municipio de Cuautitlán de García Barragán, y otras muchas más.

El estado de derecho violentado por el Estado de hecho. Inolvidables, porque ahí están latentes o patentes, los casos vivos de Mezcala, Temacapulín, Wirikuta y el Río Yaqui.

En Mezcala, el empresario Guillermo Moreno Ibarra clavado y enclavado en tierras comunales ancestrales indivisibles, por más de 12 años por la ineficacia, incompetencia, torpeza o complicidad de las autoridades agrarias y judiciales del Estado mexicano que de hecho no ejercen justicia. Por lo que ejercen injusticia, y siembran violencia. Más la presión “turística” sobre la heroica isla de Mezcala por la autoridad estatal.

Los atropellos continuos sobre las tierras ancestrales wirrárikas  y sus recursos naturales. Después de siglos de arrinconamiento, ahora el acoso continuo para despojarlos de lo último que les queda. Son los poderosos: los que detentan el Estado de hecho.

La presión moral y diplomática de las Naciones Unidas obligó a los detentadores del Estado mexicano a dejar plasmado en el artículo 1º de la Constitución los derechos elementales de las personas firmados en los tratados internacionales, que por pudor ante el mundo, tuvieron que ratificar. Creyeron que podría quedar en letra muerta, a su estilo. Pensaron virreinalmente: por la gracia de Dios.

Crecientemente, las mentes más lúcidas del pueblo soberano les están recordando la base originaria del poder público. ¿Quién mandó al diablo sus instituciones? ¿Quién les dijo que la soberanía (que detentan) reside esencial y originariamente en las despensas y en las pantallas de televisión?

 

http://www.estebangaraiz.org

 

http://www.milenio.com/firmas/esteban_garaiz/origen_18_470532994.html

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Maite Azuela
Nominaciones para los cinética

En nuestro país muchos de los que trazan caricaturas para medios
informativos lidian con restricciones que dependen de los acotados
espacios de publicación y las pocas apuestas que se hacen para invertir
en la difusión de imágenes creativas. Hay que sortear estas barreras y
brincar las fronteras de papel que está en mano de las casas editoriales
para poner, ante los ojos de muchos, trabajos visuales que no son bien
valorados por quienes podrían colocarlos en algún buen estante de librería.

Fabián Giles, artista visual y comunicador gráfico, dio el brinco y
realizó un compendio electrónico de imágenes con el que combina
integralmente la sátira política y el gusto por el cine. Cinética
consigue ofrecer un divertidísimo recorrido por múltiples carteles de
cine en los que coloca con total precisión algún momento de coyuntura y
exhibe de golpe lo que tomaría cientos de palabras explicar. No deja
partidos o actores políticos protagónicos sin portada. Además, encuentra
la película que justamente revela la personalidad de quienes toman las
decisiones públicas, haciendo énfasis en la carencia de ética que los
caracteriza.

Empecemos por el PRI, uno de los carteles al que denomina Parque
PRIrásico: la revancha muestra cómo en México esta no es una cinta de
ciencia ficción. El Partido Revolucionario Institucional resurge tras 12
años de una ausencia discreta o de una permanencia sutil. El dinosaurio
omnipresente devora la silla presidencial mostrando un poder
incontrolable y un apetito de poder insaciable. La era del nuevo PRI
promete instaurarse y permanecer hasta tiempos inalcanzables. Pero a
diferencia de los dinosaurios nada avizora su extinción.

Para las izquierdas, Giles diseñó entre otros, un cartel dedicado a
Marcelo, al que titula El lodo del mal Ebrard, en el que con
apariencia festiva y carnavalesca lo que devela en realidad resulta un
drama. Un hombre, un partido y una camarilla embriagada del poder que se
les escurre de las manos. Nos recuerda que aun en las tragedias el gozo
es un excelente mecanismo de evasión.

A Mexican Hustle es un cartel dedicado al Partido Acción Nacional en
el que proyecta el surgimiento de una nueva casta política: no son
yuppies ni juniors, sino chavos buena onda que pasaron de una
frivolidad en el anonimato, a una frivolidad desde el codiciado ámbito
público. Porque no sólo es error, como dijeran sus antecedentes
jacobinos del PRI, sino un pecado según su arraigado catolicismo vivir
fuera del presupuesto. La onda, en estos días ya no es la libre empresa
de sus padres, sino la chamba con su cuate que es Presidente.

El cartel de la película Casa Blanca no podía ser más adecuado para
colocar la fotografía de Peña Nieto abrazando a la primera dama Angélica
Rivera, quienes en medio de tiempos de fuego político, caída de
popularidad en las encuestas y calles saturadas de protestas, se dan
espacio para un drama romántico, lleno de intrigas de palacio, contratos
entre amigos y portadas de revistas del corazón. Con mayor glamour que
la historia de la Colina del Perro, la protagonista es hija predilecta
del empleador televisivo y su socio Hinojosa aparece a menor escala al
fondo del cartel, como pieza clave del filme.

En Cinética nuestro sistema político queda ilustrado en carteles cuyo
común denominador es el interés público subordinado por los fines de la
ambición económica y el acaparamiento de representación política, la
escisión devastadora entre política y ética.

Las nominaciones a mejor actor, mejor música, efectos especiales, etc.,
responden a la desarrollada habilidad que tienen muchos de los políticos
mexicanos para interpretar escenas de impunidad con un cinismo
escalofriante. Ante la frustración que nos genera la impotencia de
transformar el comportamiento de los protagonistas políticos en nuestro
país, resulta al menos entretenido contemplar sus papelazos en este
trabajo que Giles elaboró con gran maestría para hacernos reír, llorar,
enfurecer y ojalá reaccionar.

Analista política y activista ciudadana

 

http://agendapoliticanacional.infp.prd.org.mx/resumen.php?articulo_id=386132

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