Maite Azuela / Violencia y corrupción, solapadas
El Universal
Maite Azuela / Violencia y corrupción, solapadas
18 de mayo de 2015
No son pocas las esposas, familiares o amigos de políticos y tomadores de decisiones públicas de alto y bajo nivel que asumen como normales la violencia o corrupción que sus cónyuges, hermanos o compadres ejercen cuando ocupan un cargo público. ¿Cuáles son las razones por las que se convierten en silenciosos cómplices o incluso en aguerridos defensores de lo indefendible? Me atreveré a lanzar algunas hipótesis sobre los incentivos que los empujan a solapar lo que deberían de despreciar.
Saltan a mi mente ejemplos comenzando por Angélica Rivera la esposa del Presidente, que asumió por completo una responsabilidad por la que su marido debía haber dado la cara. Pienso después en los amigos y familiares de César Duarte, gobernador de Chihuahua, quien desvió 65 mil millones de pesos del erario para colocarlos como inversión del Banco Progreso de Chihuahua, del que se hizo socio mayoritario. Su mujer salió en su defensa para asegurar que no había pruebas que sustentaran las acusaciones contra su marido, pero coincidentemente resultaba también beneficiaria de las acciones del banco. La familia parecía tener extrema tolerancia a la ilegalidad, ya que el historial de sus hermanos y sus problemas con la justicia estadounidense han quedado documentados. Uno de ellos acusado de transportar un paquete de droga, otro acusado de un presunto fraude financiero. Duarte justificó a sus hermanos asegurando que sólo habían cometido un error.
Entre los errorcitos de familia podemos recordar que fue Martha Érika Alonso, la esposa del gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle Rosas, quien exigió a Elia Tamayo, madre del niño de Chalchihuapan muerto a manos de la policía estatal, que se retirara del Congreso Mundial por los Derechos de la Infancia, para evitarle un escándalo a su marido. Su esposo tiene antecedentes familiares que lo hacen concebir la violencia como método de imposición del orden. Su padre homónimo a los quince días de haber tomado posesión como gobernador, el 15 de febrero de 1969, ordenó una sangrienta masacre de campesinos en el pueblo de Huehuetlán El Chico, en la mixteca poblana. Los habitantes se oponían a que tomara posesión un presidente de malos antecedentes, de nombre Luis Sánchez.
En su libro Atrévete, propuesta hereje contra la violencia en México, Sara Sefchovich establece como una de las soluciones al problema de la violencia, la participación de la familia como factor de reversión de los patrones sociales: Es del núcleo familiar del cual tiene que salir la propuesta de cambio que irá creciendo con amigos y conocidos. Su idea central es que las madres de los delincuentes dejen de solapar sus robos, no acepten regalos, ni sean cómplices de los actos en los que lastimen y violenten a otros.
Confieso que aunque me hace sentido el papel de las madres en la formación de jóvenes para reducir su tendencia a la delincuencia, lo considero insuficiente, sobre todo cuando en el grupo social del delincuente la madre no es ya una autoridad, sino una figura mítica intocable hasta por sus actos reprobables, mientras el resto de sus relaciones personales y sociales celebren su comportamiento.
En la medida que la identidad y el sentido de pertenencia de los allegados a los delincuentes, tenga su centro colocado en la movilidad social a costa del abuso de poder, será complicado que se nieguen a disfrutar del patrimonio que su complicidad les ofrece.
No parece haber mucho que escudriñar, los familiares y amigos beneficiarios del poder mal habido, están hechos de la misma madera. La construcción de un nosotros para ellos implica hacerse de la vista gorda cuando se trata de enriquecimiento y violencia injustificados. ¿Habrá algún familiar, cónyuge o amigo del político corrupto o violento dispuesto a denunciarlo? ¿Estaría dispuesto a poner distancia y negarse a recibir cualquier beneficio que el poder le ponga en la mesa?
Corrección obligada: Confundí a un Claudio con un Panchito. En mi colaboración anterior decía que Romo y Razú habían dejado como delegado en Miguel Hidalgo a líder de Los Claudios, pero como delegado interino está Humberto Morgan, ex líder de Los Panchitos.
Analista política y activista ciudadana