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Archive for 7 de noviembre de 2013

Anticiencia y vacunas‏

Viajar-a-Tailandia

Anticiencia y vacunas

A un querido amigo le preocupa la decadencia de la civilización moderna. Principalmente por la falta de apoyo y el franco desprecio que tenemos por la más refinada herramienta que la humanidad ha desarrollado para sobrevivir: el pensamiento científico.

Parte de su preocupación deriva de las cada vez más frecuentes campañas de desprestigio contra ideas científicas bien establecidas, que promueven teorías de conspiración para descalificar la ciencia, y que muchas veces tienen consecuencias dañinas y hasta alarmantes para el bienestar social.

Quienes califican el cambio climático global de “patraña”; quienes afirman que el VIH/sida no es contagioso porque en realidad lo causan las drogas o la desnutrición; quienes negaron el riesgo real de la pandemia de influenza de 2009, llamándolo embuste… todos ellos ponen, en aras de una creencia no justificada, en riesgo a la sociedad.

Es cada vez más frecuente en nuestro país escuchar comentarios como “yo no me vacuno —ni a mis hijos— porque las vacunas son peligrosas”. Se trata del peligroso movimiento antivacunas que tanto daño está causando en varios países. Su base son las ideas del gurú pseudomédico Andrew Wakefield, quien afirmó en 1998 que la vacuna triple viral (contra sarampión, paperas y rubeola) causa autismo en niños. Idea que, sobra decirlo, ha sido amplia y definitivamente refutada.

No obstante, en Reino Unido las ideas de Wakefield ya han ocasionado que miles de padres se nieguen a vacunar a sus hijos… con lo que los dejan expuestos a estas enfermedades, y ponen en peligro a toda la sociedad, pues con un número suficiente de individuos no protegidos, las epidemias resurgen. Ya está ocurriendo: luego de no tener más de unas docenas de casos de sarampión cada año, Reino Unido reportó un récord de 2 mil pacientes en 2012, y mil 200 para mayo de 2013. Algo semejante podría suceder en Estados Unidos, donde el movimiento antivacunas cobra fuerza. Y en el nuestro, si estas ideas anticientíficas se siguen difundiendo.

Ante los riesgos de la desinformación y el pensamiento anticientífico, solo la difusión de la cultura y la información científica confiable, junto con adecuadas campañas de salud, pueden vacunarnos.

Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM

http://www.milenio.com/firmas/martin_bonfil_olivera/Anticiencia-vacunas_18_185561489.html

 

 

 

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José Woldenberg

Ni comprendemos ni valoramos

jueves, 7 de noviembre de 2013

 

Ni comprendemos ni valoramos la democracia. Esa es la triste conclusión a la que llego luego de revisar el más reciente informe de Lationobarómetro. Se trata de una encuesta que se viene realizando en 18 países de América Latina desde 1995 para medirle el pulso a los humores públicos oscilantes en relación con la democracia. Pues bien, la información sobre México no es para lanzar las campanas al vuelo.

No entendemos lo que es la democracia. Una fórmula de gobierno que permite la convivencia y la competencia institucional de la diversidad y que ofrece la posibilidad de cambiar a los gobiernos sin el uso tradicional de la violencia. Se escribe fácil pero es una auténtica construcción civilizatoria; y en nuestro caso arribamos a ella luego de una combinación virtuosa de movilizaciones, conflictos y reclamos y de sucesivas reformas para transformar normas e instituciones. La democracia se sostiene gracias a la existencia de grandes partidos políticos que actúan como agregadores de intereses, redes de relaciones, plataformas de lanzamiento electoral, referentes ideológicos, enlaces entre la sociedad civil y el Estado y súmele usted. Y cristaliza en el mundo de la representación, fundamentalmente en los congresos, donde habita la pluralidad de opciones políticas que cruzan y modelan un determinado país. Por ello, la democracia y su sustentabilidad son imposibles sin partidos y Congreso. No obstante, a la pregunta de si la democracia puede funcionar sin partidos, el 45 por ciento de los mexicanos respondimos que sí. Se trata del porcentaje más alto de la región; 14 puntos por arriba de la media latinoamericana y muy lejos de Venezuela (14), Argentina (17), República Dominicana (18) o Uruguay (23). También quedamos en el último lugar (o en el primero, según se vea), cuando se afirma que la democracia puede funcionar sin Congreso Nacional: 38 por ciento de los mexicanos respondieron que sí; otra vez muy lejos de Argentina (11), Venezuela (14) o Uruguay (17), y 11 puntos por encima de la media de los 18 países (27).

Pero tampoco la apreciamos con suficiencia. Dado nuestro pasado autoritario uno pensaría que la democracia sería bien valorada. No obstante, no es así. A los encuestados se les pregunta con cuál de las tres frases siguientes está más de acuerdo para medir su adhesión a la democracia: a) «la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno», b) «en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático» y c) «a la gente como uno, nos da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático». En nuestro caso, la primera frase logró el apoyo del 37 por ciento de los entrevistados, la segunda el 16 y la tercera el 37 (el resto son no respuestas). Muy lejos de Venezuela, Argentina, Uruguay o Chile donde el apego a la democracia llegó a los siguientes porcentajes: 87, 73, 71 y 63. Quedamos en el último lugar a 19 puntos del promedio latinoamericano (56). Lationobarómetro aplica también otro «reactivo». Pregunta a los encuestados si están de acuerdo con el siguiente enunciado: «La democracia puede tener problemas, pero es el mejor sistema de gobierno». El 66 por ciento de los mexicanos dijo estar de acuerdo. Luego de la anterior, no parece estar mal. Pero somos el penúltimo lugar en la materia, sólo superamos a El Salvador (65) y estamos muy lejos de Venezuela (93), Argentina (90), Uruguay (88) y del promedio de la región (79).

Entre 1995 y 2013, en 11 países del estudio aumentó el apoyo a la democracia. Pero en siete decreció. Uno de ellos es México: 12 puntos porcentuales menos. Sólo nos gana Costa Rica donde el apoyo disminuyó 16 puntos. Lo cierto es que existe una muy escasa satisfacción con la democracia. En México sólo el 21 por ciento de los encuestados dijo estarlo, le ganamos, eso sí, a Honduras (18), último lugar; y otra vez estamos muy lejos de los punteros: Uruguay (82), Ecuador (59), Nicaragua (52) y de la media de la región (39). Y la satisfacción sin duda es otra cosa. Distinta a la comprensión de lo que es la democracia y del valor que le asignamos. Quizá la profunda insatisfacción se deba a que el proceso democratizador ha coincidido con una larga etapa de mini crecimiento económico -por no decir estancamiento- que ha hecho que las condiciones materiales de vida de franjas enormes de mexicanos se hayan deteriorado. Porque en efecto, cualquier fórmula de gobierno es evaluada por los ciudadanos no sólo por la mayor o menor libertad que se pueda ejercer, sino por el mejoramiento o deterioro de las condiciones de vida y los derechos sociales que se puedan o no explotar. Sólo el 10 por ciento de los mexicanos considera que la situación económica del país es buena (el promedio para Latinoamérica es de 25), mientras el 46 cree que es mala o muy mala; y no se requiere ser Einstein para considerar que eso influye -y mucho- en la insatisfacción con la democracia. Quizá lograremos multiplicar las adhesiones a la democracia si somos capaces de revertir esa situación.

 http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=202112

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