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El agua no se tira

10 agosto, 2012   Antonio Attolini Murra

Por: Antonio Attolini Murra (@AntonioAttolini)

Al padre Alejandro Solalinde no lo conozco personalmente. Lo que sé de él, lo sé por lo que sus más estrechos colaboradores en el albergue de “Hermanos en el Camino” en Ixtepec, Oaxaca dicen de él. Fuerza y luz. Trabajo y perseverancia. Ahí estuve en junio pasado. La realidad ahí me resultó desbordante. Por más que sepas lo terrible que es una situación y por más que intentes prever racionalmente a lo que te enfrentarás, al final nunca estás lo suficientemente preparado.

El albergue está ubicado al final de un sinuoso camino de terracería a unos 100 metros de las vías del tren por donde pasa “La Bestia” afamada. En el albergue hay capacidad para albergar a 200 personas cómodamente ubicadas en una cama. Cuando visité el lugar, el albergue esperaba a más de 500 migrantes que llegarían por la noche al estar el tren descarrilado y fuera de servicio. En el piso del área que funciona como su comedor principal y en el área de descanso que existe justo en la entrada del albergue y con sólo un pedazo de cartón para evitar el frío del desnudo concreto, duermen más de 300 migrantes. Eso sí, habiendo comido tres veces al día y dentro de un cercado que los protege de estar afuera en la intemperie a la merced de secuestradores, delincuentes y asesinos.

La labor del padre Solalinde es de tal trascendencia que me parece inconcebible como puede él estar tan solo, tan desacompañado y tan encumbrado socialmente por las élites que, si bien reconocen su trabajo, no hacen nada para apoyarlo. Porque la diferencia entre justificar y entender está en si se siente o no las motivaciones de quien, como el padre Solalinde, está dedicado a salvar vidas. La sociedad civil que necesita este país para poder salir del profundo agujero en el que los viejos (y no tan viejos) políticos y engendros empresariales de actividad mafiosa han metido al país, no es la sociedad civil de cocktail  reunida en lujosos hoteles de la Ciudad de México ni tampoco aquella que se eleva 51 pisos de la realidad del mexicano de a pie para, desde su torre de marfil, diagnosticar todo lo mal que está en el país y señalar, con el dedo flamígero de su indignación, la urgencia de “reformas estructurales” ((léase “Aristocracia Civil: ¿voceros de la ciudadanía?” en  http://antonioattolini.blogspot.mx/2011/02/la-aristocracia-civil-voceros-de-la.html )

El camino está en articular una red de sociedad civil organizada dedicada asalvar vidas. Una que busque empezar a generar trabajo de base, social y humano en todo el territorio nacional abajo y del lado de la gente y de sus problemas.  El albergue de “Hermanos en el Camino” no es únicamente una parcela de cielo en medio de tanta desolación y brutalidad, sino que también es uno de los más de 30 albergues que han sido establecidos por todo el territorio nacional y que están dedicados al monitoreo y vigilancia de todos los migrantes que llegan de Centroamérica con el propósito de saber si llegan con vida o no a la frontera norte.  Esta sociedad en red lo que busca al final es poder informar a los familiares en dónde se encuentran sus padres, esposos o hermanos (y madres, esposas y hermanas también, porque la migración es un fenómeno que no distingue género), y no el de generar un reporte o diagnóstico somero de la situación de los migrantes en el país  para después venderlo a alguna instancia gubernamental o (incluso) no gubernamental lucrando con un conocimiento que está lejos de ser transformador.

En este país se violan sistemáticamente 44 de los 58 derechos humanos consagrados en los distintos Tratados Internacionales. México tiene reputación de ser uno de los primeros  países en firmar y ratificar dichos tratados. Esa rapidez, sin embargo, es inversamente proporcional a la dedicación y seriedad que le impone el gobierno mexicano para implementar y verificar que en la práctica sí exista un pleno goce de esos derechos. Las Convenciones Internacionales con probada efectividad son consideradas como irrelevantes y sirven sólo como adorno (léase “Las Convenciones Olvidadas: Palermo y Mérida” en http://antonioattolini.blogspot.mx/2011/04/las-convenciones-olvidadas-palermo-y.html).   Los vacios de poder que hoy ha dejado el Estado mexicano, ha sido rellenado en su mayoría por el crimen organizado con todo el dolor, la barbarie y la tragedia que eso le ha traído al país.

Sin embargo, existe esperanza. Ante esos vacíos de poder, la sociedad civil también puede (y debe) llenarlos con trabajo de base en serio. Más allá de buscar señalar al obispo de Tehuantepec, Oscar Armando Campos Contreras, de decidir “adscribir” al padre Solalinde a las labores de una parroquia, mi objetivo es revelar cómo un grupo de valientes hombres y mujeres luchan día a día en contra de un sinfín de peligros en su búsqueda por ofrecer esperanza a quienes ya no la encontraron en su país de origen.  Están solos. Ni la autoridad municipal, ni la estatal y ya qué decir de la federal, ofrecen el apoyo al padre Solalinde quien, por si fuera poco, recibe amenazas de muerte por su labor humanitaria como una cosa de todos los días.

Este es el tipo de trabajo con el que debemos comprometernos para  sacar adelante. Una agenda social que nutra al debate y que tenga como sus principales aliados a la gente, no a los políticos ni los reflectores. Una vez trabajada esa agenda social, ahora sí, emprendamos la lucha política en la que dejaremos sangre, sudor y lágrimas en nombre de aquellos que en este país han Creado Patria y (en algunos casos) perdido la vida en el intento.

Con un panorama tan desolador, hay que reconocer que frente a nosotros no tenemos un espejismo, sino un verdadero oasis de esperanza. Este es el tipo de capital social que debemos potencializar para sacar adelante al país. La sociedad civil trabajando en red, operando para ofrecer protección y logística para la generación de una agenda social, es la solución que países como Italia y Colombia han utilizado para enfrentar sus problemas. Ante tal panorama, sólo queda caminar por el desierto sabiendo que oasis tales como los del padre Solalinde son una realidad (olvidada). Y caminando por el desierto sólo hay una regla que vale: el agua no se tira.

* Antonio Atollini Murra es Estudiante de las carreras de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, actualmente se desempeña como vocero de la Asamblea Local del ITAM en el movimiento #YoSoy132. Sin ningún reparo, él afirma ser fanático abiertamente del Señor de los Anillos y de la cartomagia. No come aceitunas y tiene una fijación de hablar con utilizando hashtags

 http://www.animalpolitico.com/blogueros-blog-invitado/2012/08/10/el-agua-no-se-tira/

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“En México, el inmigrante es un botín”

El cura Solalinde, amenazado por denunciar la explotación de los clandestinos en ruta hacia EE UU, vuelve a su país tras un breve exilio de seguridad

México DF 11 JUL 2012 – 17:43 CET

 

Alejandro Solalinde no recuerda cuántas veces le han dicho o ha oído que lo van a matar. En abril una mujer se le acercó en un cajero y le confió que ya había un sicario contratado para él. Esta pista se unía a otras recientes y las autoridades le pidieron que saliese un tiempo de México para investigar las amenazas. Después de dos meses en Norteamérica y Europa, el cura Solalinde, de 67 años, regresa al albergue del Estado de Oaxaca donde hospeda y protege a los miles de inmigrantes centroamericanos que atraviesan su país hacia Estados Unidos expuestos a la trata de personas de las bandas criminales.

Pregunta. ¿Qué se ha descubierto sobre las amenazas que ha recibido?

Respuesta. Han empezado a salir nombre concretos de las supuestas personas responsables.

P. ¿Qué tipo de personas?

 

R. Allegadas al lavado de dinero y al narcotráfico, políticos, algún cacique…

P. ¿Políticos en ejercicio?

R. Algunos de ellos ya no están ejercicio, pero son poderes fácticos.

P. ¿A qué se deben las amenazas?

R. A que estoy estorbando. Ciudad Ixtepec [localidad donde tiene su albergue y parada del tren en el que viajan los indocumentados] es el lugar ideal para hacer negocio con los migrantes. Para ellos no son personas, son un botín al que se le puede sacar dinero con la trata, obligándolos a ejercer de sicarios, con la explotación sexual, con la extorsión… Por eso son tan codiciados.

P. ¿También tráfico de órganos?

R. Por supuesto. Todo lo que pueda suponer una ganancia a costa de los migrantes, lo van a hacer.

P. ¿Se siente inseguro?

R. Sí, mi situación es de riesgo, pero vuelvo porque no quiero hacer otra cosa en la vida más que la misión que Cristo me ha encomendado, que es estar con mis ovejitas. El pastor no corre cuando viene el lobo, y yo me voy a quedar con ellas hasta el final.

P. ¿Teme más la acción del crimen organizado o la omisión de las autoridades?

R. Quizás lo que más me entristece es la incomprensión de algunos sectores de la Iglesia Católica, que está ausente de todo esto. Se ha corrompido, se ha quedado cuidando sus estructuras, su administración, sus inmuebles y se ha olvidado de la gente de abajo.

P. ¿Nunca ha pensado en abandonar la Iglesia?

R. No, la Iglesia es parte de Jesús, aunque esta que tenemos hoy, rica, poderosa, servida, no es la que Cristo quiere. Cristo la quiere pobre, misionera, desprendida, cercana a los caminos.

 

 

P. ¿Lleva la cuenta de las veces que lo han amenazado?

R. La perdí.

P. Una vez dijo que su vida es un juego de naipes en el que alguien tiene la última carta.

R. Sí, y siguen intentándolo de un forma, y otra, y otra… [Solalinde hace el gesto de echar cartas sobre la mesa, una a una]. La de abajo es la última y definitiva. Cuándo va a ser, no lo sé, pero estoy tranquilo. A mí me pueden matar cuando quieran, pero la causa de Dios va a seguir.

P. ¿Qué tipo de mafia hostiga a los inmigrantes? ¿Es un solo grupo?

R. Ciudad Ixtepec no ha sido tomada aún por ningún cártel. Se han aproximado los Zetas, el cártel del Golfo y el de Sinaloa, pero ninguno se ha posesionado del pueblo.

P. Ha afirmado que la policía está aliada con ellos.

R. Estuvo. Ahorita quedan algunas personas, pero el nuevo Gobernador [el PRD dirige Oaxaca desde 2010; antes lo hizo el PRI durante décadas] vigila a la policía y por primera vez se está procesado a policías judiciales, que antes eran intocables. Ellos eran los cerebros de los secuestros de los migrantes. Cuando estaba Ulises Ruiz [anterior gobernador, del PRI] era imposible. Yo llevaba pruebas al ministerio Público y ellos se encargaban de deshacerlas.

P. ¿Ha mejorado la situación de los inmigrantes?

R. Sí, porque se ha visibilizado su problema, la opinión pública se ha sensibilizado y los medios y los organismos internacionales están más al tanto. Ya no hay tanta opacidad como antes. Pero el Gobierno federal no ha definido una política a favor de los migrantes: se siente comprometido con Estados Unidos y cree que es lo mismo contener el flujo migratorio que atropellar los derechos humanos, como han hecho los agentes de migración.

P. ¿De qué manera lo han hecho?

R. De todas las formas posibles, la más vil por ejemplo: como oficiales, aseguran a los migrantes que van en un camión y luego los entregan a los secuestradores. Para estos funcionarios públicos el migrante es una tentación, porque pueden sacar dinero.

P. ¿Cuánto vale un inmigrante?

R. En un secuestro, entre 3.000 y 5.000 dólares. También sacan provecho con la trata, entregando a las redes delictivas a las centroamericanas.

P. ¿Qué ha hecho el PAN por resolver el problema en sus últimos 12 años de Gobierno, y qué espera a partir de ahora del PRI?

R. El peor momento de la criminalidad contra los migrantes, el máximo número de secuestros, tuvo lugar en el tiempo de Felipe Calderón. Pero ocurrió en Estados priistas, con la anuencia del Gobierno federal, eso sí, que lejos de sentir la tragedia humanitaria se dedicó a negarla. Del PRI espero poco. No está diseñado para ser democrático, está hecho para el poder, para concentrar el dinero. Lo primero que le diría es que se mire al espejo. No importa el incienso que se eche sobre sí mismo: que oiga lo que la gente piensa, que reconozca que no ha cambiado lo que quisiera y que sea inteligente y sepa leer los signos de los nuevos tiempos. México no es el mismo México de hace 12 años.

P. ¿Cómo se podría atajar la explotación de los clandestinos?

R. Debería haber una estrategia integral para la entrada ordenada y legal de migrantes. Si un centroamericano quiere pasar por México para entrar a Estados Unidos, debe haber el acuerdo con Estados Unidos de que esa persona va a ir a tocar a su puerta, pero también debe haber un acuerdo con los países de origen del migrante: si Estados Unidos no lo contrata, que haya un plan B en sus lugares de origen para que tenga una oportunidad de trabajo. Debe haber una corresponsabilidad de todos los gobiernos. Se tienen que sentar a platicar de este problema, no hay otro camino. No puede ser que Estados Unidos se encoja de hombros y diga, ‘¿sabes qué, México?, es tu problema, te doy un dinerito y ahí me arreglas como puedas?’.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/07/11/actualidad/1342021427_379771.html

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Jorge Ramos Ávalos
EN MÉXICO, AMENAZAS POR DECIR LA VERDAD
Decir la verdad en México te puede costar la vida. Ahí están los más de 50 periodistas asesinados desde el 2000 a este año. Y ahí están, también, el sacerdote Alejandro Solalinde y los estudiantes del movimiento «Yo Soy 132″ que se la están jugando al decir cosas que, hasta ahora, habían callado millones de mexicanos.Al padre Solalinde lo entrevisté en Miami. Acababa de salir de México, encubierto, luego que se descubrieran varias amenazas de muerte en su contra.¿Quién lo quiere matar?, le pregunté.»Las mafias, políticos corruptos; están enojados,» me dijo. «Estamos estorbando intereses muy fuertes, no sólo del narcotráfico, sino también de políticos que se han acostumbrado a la corrupción.»Cerca de 300 mil inmigrantes centroamericanos cruzan México cada año con destino a Estados Unidos. Muchos son robados, secuestrados o violados. Pero el padre Solalinde ha protegido de narcotraficantes, «coyotes» y políticos a miles de inmigrantes que pasan por su refugio «Hermanos en el Camino» en Oaxaca. Por eso lo quieren matar.

Porque incomoda. Mucho.

«Las amenazas son porque políticos pagaron por mi cabeza», denunció.

¿Cuánto? «Muy poquito», me dijo con una sonrisa. «Cinco millones de pesos (o poco más de 350 mil dólares).»

A pesar de las amenazas, el padre Solalinde tiene planeado regresar a México cuando termine una gira de un par de meses por Estados Unidos y Canadá.

«Yo nunca me he quedado callado», me dijo. Lo que más le preocupa es no seguir su misión protegiendo a los inmigrantes centroamericanos. «Eso me daría vergüenza.»

Pero Solalinde no es ingenuo. Durante siete años ha apuntado todo, todo –nombres de políticos y narcos, las amenazas que le han hecho, cómo, la gente que lo critica– en unas 50 libretitas. Durante la entrevista no se desprendió de una de ellas. Si alguien le hace algo, el nombre del responsable podría estar en esas libretitas.

Los estudiantes del movimiento «Yo Soy 132» no usan libretitas sino teléfonos celulares y computadoras. Pero también están siendo amenazados. ¿Por qué? Porque se atrevieron a pegarle a todos los de arriba, empezando con las dos principales televisoras y con el candidato que todavía va de puntero en las encuestas.

En concreto, acusan al candidato priísta, Enrique Peña Nieto, de manipular la elección presidencial utilizando dineros públicos durante años para la compra multimillonaria de espacios y periodistas en los medios de comunicación.

Durante una visita a la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México, Peña Nieto fue abucheado por un grupo de estudiantes. Su partido político, el PRI, y la cadena de televisión Televisa, junto con otras empresas de medios en México, informaron que los manifestantes no eran estudiantes sino agitadores enviados por un partido rival.

Pero en un vídeo publicado en YouTube, 131 manifestantes mostraron sus credenciales de estudiantes y así surgió el movimiento «Yo Soy 132».

Este movimiento le quitó el teflón a Peña Nieto –a quien no parecían afectarle sus múltiples errores– y ahora ya está cayendo en las encuestas.

Desde 1968 no surgía en México un movimiento estudiantil que atacara de una forma tan contundente el status quo. Los estudiantes, con sus marchas y protestas, están criticando lo peor de México: la acumulación del poder, la información y la riqueza en muy pocas manos. Quieren lo mismo que los jóvenes de las primaveras en otras partes del mundo: que un grupito no decida por todos, que se escuchen todas las voces y que las cosas sean justas.

Pero hacer tambalear tantos intereses tiene sus consecuencias. El rector de la Universidad Iberoamericana, José Morales Orozco, denunció que algunos de los 131 estudiantes que hicieron el video criticando a Peña Nieto y su partido, el PRI, «han recibido llamadas telefónicas intimidatorias o mensajes amenazantes por las redes sociales.» Y en un clima de violencia e impunidad como el que se vive en México, eso es muy grave y peligroso.

Así me lo confirmó el estudiante de la Universidad Iberoamericana, José Miguel Barberena, uno de los 131. «Muchas de estas amenazas son vía redes sociales, vía Facebook y Twitter», me dijo en una entrevista el estudiante de comunicación.

«Sí hay compañeros que tienen mucho miedo, que han cerrado sus perfiles (en la internet).» ¿Miedo a qué? «Miedo a que haya una represalia o que hagan algo contra su familia.»

Pero este movimiento estudiantil es más fuerte que el miedo y va a seguir. «La emergencia nacional que vivimos en este país requiere de un movimiento permanente para trascender al ámbito de las propuestas», me explicó Carlos Cario, de la Universidad Nacional Autónoma de México, parte del grupo «Yo Soy 132».

Todo este movimiento comenzó en la Universidad Iberoamericana, donde yo estudié. Y eso me llena de orgullo. En la parte de arriba de mi título universitario dice: «La verdad nos hará libres.»

Y eso es exactamente lo que está haciendo el padre Solalinde y los universitarios mexicanos; a pesar de las amenazas, están diciendo la verdad para que México cambie.

Jorge.Ramos@nytimes.com

http://www.debate.com.mx/eldebate/movil/ArticuloOpinion.asp?IdArt=12139191&IdCat=6115

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