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Archive for 3 de May de 2013

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Albañil: artesano de la vida diaria

[Día del Albañil]

 

 

Saltillo.- Aunque a veces no les alcance para pagar el transporte y tengan que correr o caminar, ellos llegan puntualmente a la obra; siempre a la misma hora. A las 8 de la mañana sus camisas viejas, sus pantalones rotos y sus zapatos negros comienzan a mancharse y a llenarse de una mezcla en la que el cemento, la cal, el sudor y a veces la sangre se unen mientras el sol comienza su recorrido por la bóveda celeste.

El calor asciende, pero la piel de sus brazos y su rostro se ha curtido y parece estar lista para la inclemencia. Su cuerpo ya es resistente también a cargar mucho peso. Todo el día hay algo que cargar o mover; todo el día hay cemento que mezclar, varillas que doblar y paredes que terminar para ganarse el pan y compartirlo con sus familias cuando llegan las 6 de la tarde.

Poco a poco, su trabajo da frutos y toma forma. Pasan los días, semanas, meses y hasta años para que uno de sus trabajos quede terminado, el cemento se convierte en el concreto que da forma a paredes arcos y techos, el acero se dobla y se fusiona con la mezcla para dar el soporte al espacio que será una vivienda, un hospital, una fábrica, museo o escuela, sin que quienes la disfruten sepan que cada block acomodado o cada trazo y acabado creado con sus propias manos lleva su nombre.

Rodrigo dejó una parte de su ser en cada trabajo que ha hecho en los últimos 40 años. Desde las reparaciones más pequeñas, hasta trabajar la tierra desde cero para instalar los castillos y blocks para dar forma a una fábrica en Arteaga. Su experiencia le permite remodelar y evaluar un buen o mal trabajo, aunque recuerda que al principio, como todos, tuvo que hacer las cosas mal para aprender y observar cómo lo hacían otros para mejorar su técnica.

Permanece en la escalera mientras embarra el cemento y le da un acabado rugoso y áspero con su espátula. Las nubes se apiadaron un poco de él y le hacen sombra, mientras su gorra contiene algunas gotas de su sudor que no llegan hasta sus ojos, pero sí se escurren levemente por sus sienes.

Sin saberlo, es poseedor de una sabiduría que no todos conocen. El albañil de 55 años conoce cada detalle y su trabajo favorito es trabajar con el block y la pasta, aunque con el paso de los años ha perdido los sabores que produce el trabajar de sol a sol.

“Hay que echarle mucha salsita a la comida aquí en la obra para que agarre sabor. Nosotros al mediodía dejamos de jalar y prendemos el comalito para calentar lo que trajimos de lonche. Luego luego, aquí prendo la lumbre a mediodía y comemos, a veces tacos con tortilla de harina y frijoles, o papas, o tacos de huevo o sopa y no se puede más. La salsa es a lo que más le entra uno para poder agarrar sabor”.

Sus manos tienen una tonalidad oscura que se maquilla con el cemento, la grava y la cal y le dejan una ligera capa blanca. Él no se quita su reloj para trabajar y no teme perderlo porque tiene cada movimiento medido, la experiencia hace al maestro y él tiene muchas vivencias que lo han forjado en el oficio.

“Empecé en la obra a los 15 porque no quería estudiar. Al principio lo difícil era aprender a hacer concreto y las pastas. Todo me salía mal y luego le fui agarrando la onda. Ahora ya no batallo y sé qué hacer con dos carretillas y un bulto de cemento. Poco a poco uno entiende si se pone las pilas”, explica.

Recuerda que abandonó la escuela porque no le gustaba y prefirió ir a la obra como asistente. Era algo temporal, su sueño era inscribirse a una escuela de dibujo para ser caricaturista y monero. Sin embargo, su meta se vio cada vez más lejana y luego llegó el amor, los compromisos, los hijos y entonces decidió seguir como albañil hasta el día de hoy.

“Pues sí estudié, me quise meter a una escuela de dibujo para ser caricaturista del periódico, pero no hubo chanza y me puse en la obra, luego me casé y pues aquí me quedé. Nos pagaban en ese tiempo con una moneda de 500 pesos que no rendía del todo, casi como ahora. La cosa no ha cambiado mucho aunque ganemos más”.

APRENDER A CRECER

Luego de estar cuatro años cargando bultos y preparando mezclas, José Orlando Santana demostró que podía ser más que un albañil y con sus manos se convirtió en uno de los sustentos de la construcción moderna: se convirtió en operario de máquinas pesadas.

Su capacidad de observar le dio la oportunidad de subir de rango, aunque él convive igual con sus compañeros albañiles, ya que sabe lo difícil que es el trabajo, aunque para él también sea complicado manejar la excavadora, la aplanadora y el camión para sacar la tierra y el escombro de la obra que trabajan en la calzada Emilio Carranza.

“Tengo ya más de cinco años manejando. Cuando empezamos una obra desde abajo sí es muy pesado para todos, como esta que trabajamos ahorita. Lo más pesado es darle forma al terreno y luego insertar los castillos y todo eso. Veo a mis compañeros y sé que el trabajo está pesado, aunque el mío tampoco sea muy ligero siento que a veces ellos sí se llevan mucha carga”.

Orlando recuerda que él ingresó como asistente cuando tenía 18 años. A los 22, cuando ya era albañil, se decidió a ir más allá y comenzó a practicar con los camiones y la maquinaría hasta que un día logró dominar los controles. Eso le permitió subir de rango en el ámbito de la construcción y sentirse realizado al demostrar que con su trabajo puede crecer y superarse.

SU FESTEJO ES MERECIDO

A las 6:30 de la mañana, Jorge se levanta y junto a un grupo de viejos amigos se sube a una camioneta para llegar a la obra. Ellos salen desde un rancho y siguen la ruta hasta llegar al trabajo donde ya los esperan las revolvedoras de cemento, las palas y las varillas de acero.

Por tres décadas Jorge sigue este camino de lunes a sábado, aunque el último día sea tan sólo la mitad de la jornada. Dice que él llegó a ser albañil por no estudiar y porque en sus tiempos de joven si no ibas a la escuela la vida te hacía llegar hasta la obra de alguna u otra forma.

“Veo el trabajo más fácil después de haber estado 30 años, es más práctico. Lo único a lo que no me acostumbro son las heladas, no permiten trabajar porque como el material tiene que secarse la humedad lo echa a perder. Cuando hace calor nomás nos ponemos un trapo encima y ya, preferimos que el sol esté de nuestro lado, sí tenemos que cuidarnos, pero pues así es como le hacemos”.

A pesar de tener bastante tiempo como albañil y a sus 48 años, Rosales explica que cada obra es un regreso al principio. Con cada trabajo se aprende algo, pero al llegar a la obra se tiene que aplicar ese conocimiento y todo lo demás desde cero.

“Al principio me salieron mal varias cosas, ahora ya no tanto, pero todavía hay veces en que puede pasar algo. Siempre tenemos mucho por aprender porque los detalles van a estar ahí siempre, los vamos a tener. Por eso siempre le dedico mucho a cada trabajo y me siento bien al terminarlo”.

Jorge recuerda que la obra en la que invirtió más tiempo fue en la colonia Asturias, donde trabajó un año 8 meses.

» Tradicionalmente los albañiles colocaban en lo alto de la fachada de la obra en construcción, una cruz de madera adornada en señal del Día de la Santa Cruz.
» Se dice que esta tradición data de la época colonial a partir de la formación de los gremios y según viejas crónicas fue impulsada por fray Pedro de Gante.
» Entre 1959 y 1963 la fiesta fue suprimida del calendario litúrgico por el papa Juan XXIII, sin embargo, en México se siguió celebrando.
» Años después, el Episcopado Mexicano la recuperaría para que la Iglesia católica aceptara su celebración en nuestro país.

http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/albanil-artesano-de-la-vida-diaria-1367559096

 

 

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Día de la libertad de prensa

Carmen Aristegui F.
3 May. 13

Hoy el mundo conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa, y México tiene ante sí una tragedia.

El periodo de intimidación, agresiones y muerte contra periodistas y medios de comunicación se ha prolongado por demasiado tiempo.

Difícil es identificar el momento preciso en que empezó y difícil será saber cuándo, el momento en que parará.

Periodistas asesinados, amenazados y perseguidos son parte del retrato de un país que sigue inmerso en una espiral de violencia y de impunidad.

Apenas hace unos días Artículo 19 dio a conocer la amenaza que, por escrito, echaron por debajo de su puerta. Darío Ramírez, su director, anunció que habían solicitado medidas cautelares para su protección.

También hace unos días, la revista Proceso informó sobre las amenazas recibidas contra el periodista Jorge Carrasco, quien no solo ha informado sino que ha colaborado también como coadyuvante en las investigaciones sobre el asesinato de su compañera Regina Martínez, corresponsal en Veracruz de la revista. A un año del crimen de Regina se concluyó un proceso judicial cuyas irregularidades y sentencia inverosímil han sido denunciadas por Proceso y por el propio Carrasco.

Uno de los principales problemas es que nos hemos acostumbrado. Nos hemos acostumbrado a ciertas cosas.

A notas e informaciones que medios publican pero que lo hacen sin firma, para proteger a sus reporteros.

A periodistas que salen de sus estados, como en Veracruz, para no seguir siendo amenazados.

A periodistas que pierden sus trabajos por decir cosas.

A la existencia de colegas que han tenido que recurrir a medidas de protección extremas para resguardar su integridad física. Lydia Cacho, Anabel Hernández o Ana Lilia Pérez son algunos de estos nombres.

A periodistas que desaparecen como Gerardo Padilla Blanquet en Coahuila, esta misma semana.

Nos hemos acostumbrado. Malamente nos hemos acostumbrado a estas cosas.

Los ataques contra la prensa no solo se registran en casos individuales de periodistas.

Las agresiones impunes se dan también contra los medios, en sus instalaciones y también contra sus directivos.

Uno de los grupos de comunicación más importantes e influyentes del país, el Grupo Reforma, ha sido víctima de diferentes ataques. No sé si he perdido la cuenta, pero son por lo menos 6 o 7 los ataques directos a sus instalaciones. Uno de esos ataques se realizó hace apenas unas semanas, cuando fueron lanzados dos explosivos contra las instalaciones del periódico Mural en Guadalajara.

El propio presidente del Grupo Reforma, Alejandro Junco de la Vega, ha sido sujeto de amenazas directas que también han sido denunciadas y, como en todos los demás casos, no han sido esclarecidas.

Autoexilio, autocensura e incertidumbre forman parte de este clima. Apenas hace unos días los periódicos Zócalo, en Saltillo, Piedras Negras, Acuña y Monclova, anunciaron que dejarán de publicar información sobre el crimen organizado. Ante las amenazas recibidas y para proteger vida e integridad de sus más de mil trabajadores, directivos y sus familias, el Consejo Editorial del rotativo anunció que: «en virtud de que no existen garantías ni seguridad para el ejercicio pleno del periodismo, se decidió abstenerse de publicar toda información relacionada con el crimen organizado». En su editorial de cuatro párrafos, no abandona la esperanza de que «la autentica paz reine pronto en nuestra querida patria».

Otros periódicos como El Imparcial, y El Mañana de Nuevo Laredo, han tomado decisiones en el mismo sentido y así se lo han informado a sus lectores y nosotros nos hemos acostumbrado.

A pesar de que en algunos casos de los que parecen más graves se ha tenido intervención de las autoridades, eso tampoco ha frenado las agresiones.

El Siglo de Torreón lleva en su haber varios ataques. El último también hace unas semanas, cuando un grupo armado disparó contra sus instalaciones. Se llegó a decir que el ataque no era contra el periódico sino contra los policías federales que resguardaban al periódico.

Freedom House, en su reciente informe global, destaca sobre México: «…los altos niveles de violencia e intimidación contra los medios de comunicación». Estamos considerados dentro del grupo de países en donde la libertad de expresión está bajo amenaza.

Hoy que el mundo conmemora el 20 aniversario de la instauración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, es buen momento para decir que México deberá tomarse más en serio este asunto. Aquí se mencionaron algunos de los casos más conocidos en una lista que lejos está de ser exhaustiva.

En ésta y en cualquier otra fecha debemos insistir en que atentar contra la libertad de expresión y de prensa es atentar contra los derechos y libertades fundamentales de la sociedad entera.

Fragmento del discurso de aceptación de la medalla de la Legión de Honor de la República Francesa.

http://www.reforma.com/editoriales/nacional/698/1395829/default.shtm

 

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