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Archive for 29 de abril de 2011

No voy en Tren

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Ínfula barataria

Juan Villoro
29 Abr. 11

Hace años viví una experiencia digna de una crónica de Jorge Ibargüengoitia. Me refiero a mi fugaz participación en «La merienda del tlacoyo». Quien piense que esto alude a un festejo popular se equivoca. Así le decían a las reuniones convocadas por don Prisciliano J. J., uno de los Siete Sabios de Cuévano el Chico.

Me llevó ahí un ex alumno de mi tío Miguel Villoro Toranzo. Mi tío fue jesuita, profesor en la Libre de Derecho y la Ibero, y murió pocos años antes de los sucesos que cuento. «No es necesario llevar vestimenta formal», me advirtió su antiguo alumno. Entendí que podía ir de jeans (luego supe que ahí eso significaba otra cosa: tu traje no necesariamente tenía que ser oscuro).

Don Prisciliano era un hombre amable, de anteojos redondos y la tiesura de quien acaba de tragar pegamento. Su perro se llamaba Propercio. Pregunté por qué y él citó un verso: «qui dare multa potest, multa et amare potest». Respiró en el tono satisfecho de quien se acaba de lucir. Me disculpé por no hablar latín de corrido, pensando que la frase hablaba de una multa. Como el perro era policía, tal vez le habían puesto así para burlarse de los agentes de tránsito. Obviamente esta hipótesis resultó tan inculta como mi pantalón de mezclilla.

El amigo de mi tío había sido seminarista y vino en mi auxilio: «el que dar mucho puede, aun amar mucho puede», tradujo. Así supe que multa significa «mucho». Recordé que mi coche estaba mal estacionado, pero no me atreví a abandonar la reunión, que en ese momento pasaba a la Sala de las Vírgenes.

Vimos cuadros de pintores virreinales. «¡Qué cromatismo ubérrimo!», exclamó uno de los presentes. «¡La pátina no ha limado el rosicler de esas mejillas!», comentó otro. Los comensales no se limitaban a ver arte; ellos lo «justipreciaban».

En su único comentario personal, don Prisciliano me dijo: «Sé que eres un letraherido». La última palabra salió en tono tan elogioso que agradecí ser digno de esa lastimadura.

Bebimos un tequila áspero en jícaras de barro traídas de Cuévano. La cerámica soltaba un poco de tierra, pero todos la juzgaron ideal para «atemperar» el aguardiente. «¡El agave bien temperado!», bromeó un conocedor de Bach.

Acto seguido se discutió un magnífico discurso del Presidente en turno, que sólo rivalizaba en esplendor con un impecable documento de la Cancillería. Me enteré de los méritos de los participantes. Todos eran funcionarios «de fuste», «hombres probos capaces de hacer cultura desde el memorándum».

Me dispuse a envejecer tres décadas durante la comida (sabrosa y abundante, o sea, una «gustosa cornucopia»).

Un detalle ritual dobló de risa a los presentes: un tlacoyo fue colocado al centro de la mesa; don Prisciliano lo repartió como una ostia. «No hay nada tan feérico como el sentido del humor», dijo con seriedad de piedra un señor que se parecía a Fidel Velázquez.

A los postres entendí el sentido de mi presencia. «Es difícil ser un intelectual independiente en México». Tal fue el prólogo, o mejor dicho el «exordio» a lo que llegó después: «Tu tío tenía una casa en la calle de Perú».

Miguel Villoro había muerto intestado. Ellos confiaban en obtener la casa para una fundación cuyo objetivo sería conservar sus manuscritos, en riesgo de ser «dispersados por el viento y la desmemoria».

«La obra está lista, sólo falta el escenario», brindaron conmigo. Ignoraba que mi tío fuera propietario de una casa. Para cambiar de tema, pedí que hablaran de sus textos. Uno de los presentes era autor de un opúsculo titulado Si pluguiera…, otro había escrito los «viriles versos» de Cuévano: así de bronco, otro más había compuesto el tratado Norias y cuescomates de Aridoamérica (profusamente ilustrado por un ex gobernador de San Luis Potosí).

Antes de salir, el dueño de casa me mostró su «hirsuta biblioteca». Ahí saludé a un muchacho que comía una torta. Hacía su trabajo social para una universidad pública clasificando los libros del insigne erudito. Vi los «volúmenes dilectos» encuadernados en piel de becerro, regalados por un secretario de Gobernación.

Hay intelectuales que apoyan al poder con sus ideas, por genuina convicción. Otros comienzan como disidentes y se vuelven interesantes para ser cooptados. «La merienda del tlacoyo» me reveló otro grado del oficialismo intelectual, el de la ínfula. Posar de profundos era su única posibilidad de serlo. Si Estados Unidos perfeccionó la cultura de la celebridad (la gente famosa por ser famosa), ahora conocía la cultura de la ostentación. La petulancia de esas personas felices de citarse a sí mismas dependía del vacío interior. Debían ser huecos para que todo lo demás resultara adorno, alarde, apariencia: gente importante por ser importante.

Recordé a Sancho y su Ínsula Barataria. Había encallado en otra isla árida. Prometí averiguar qué pasaba con la casa de mi tío (días después supe con satisfacción que se había convertido en una zapatería).

Al salir de la cena me dirigí a mi coche. Vi un papel a la distancia. Tenía una multa en el parabrisas.

Me pareció merecida.

http://www.reforma.com/editoriales/nacional/605/1209847/default.shtm

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Penultimátum

Prohíbe ley la publicidad de las medicinas milagro

¿No le cree usted a Carmen Salinas las recomendaciones que hace en la televisión para que compre lo mismo una pomada que una crema? Al carismático Alfredo Adame (siempre perseguido por miles de admiradoras) ¿no le hace caso y usa el eficaz Malunggay, producto tan efectivo como los fabricados por los laboratorios trasnacionales para tener una buena presión arterial y evitar la temible diabetes? Ese logro se alcanza sin llevar una dieta balanceada, como recomiendan los médicos.

Los consejos de Maribel Guardia se cumplen al pie de la letra porque, además de que ella tiene ya 52 años con un cuerpo envidiable gracias a las cirugías estéticas, sigue en la televisión como si nada. Y esto, en parte gracias al producto que anuncia, Celunuvel, bueno lo mismo para reducir el colesterol y la obesidad que para regenerar las células y lucir sedosita, de 15 años, en ciertas partes del cuerpo. Igual los teleadictos acuden en tropel al llamado de la actriz Gabriela Goldsmith, para consumir WomanLife, producto eficaz para atacar los efectos de la menopausia.

Otra actriz de telenovelas, Claudia Lizaldi, recomienda usar Skinny Shto para disminuir los kilos de más que se acumulan por una mala dieta. Ni qué decir de los productos para resolver el problema de la disfunción eréctil y convertir al más apagado varón en tigre. Ya no con la pastilla azul que hace feliz a Pelé y a Julio Iglesias, sino con MForce, lubricante con esencias sensuales que aumentan el placer. Además, ejerce un efecto rubefaciente en el pene. Y para no discriminar, también existe el MultiO para las mujeres.

Por doquier se encuentran consumidores satisfechos. Como en España, un reino en todo el sentido de la palabra donde los objetos milagrosos hacen de las suyas gracias a la publicidad. Uno de ellos, auténtica maravilla, es la pulsera magnética Power Balance. La llevan los famosos, como Antonio Banderas, el futbolista Cristiano Ronaldo y la hija del rey, la infanta Elena de Borbón. Y vaya que le trae suerte, porque la Casa Real acrecienta su riqueza gracias a lo que recibe del Estado español. Quizás la pulsera le sirvió también para culminar con éxito su divorcio.

Si nos atenemos a lo que prometen los fabricantes de las Power Balance (las del equilibrio), o su antecesora, la Perfect Balance, arreglan incluso problemas judiciales. Además, dan mayor potencia sexual, salud y energía. Por eso miles hasta alumbran de tanta energía que cargan.

Acaba de aprobarse en México la ley que prohíbe la publicidad de las medicinas milagro. Afecta los intereses de la televisión. Esperamos que se cumpla. No está por demás recordar que la caja idiota fue declarada oficialmente medio ideal para educar: ¿no cumplía también la tarea de resolver el problema de la salud con los productos milagro?

http://www.jornada.unam.mx/2011/04/01/index.php?section=opinion&article=a08o1cul

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Jueves 28 de abril del 2011

La del Reino Unido es la ‘madre’ de las monarquías

AP | LONDRES

Si hay una monarquía que consigue despertar el interés del mundo occidental y democrático esa es la familia real británica. Los Windsor son lo más parecido a la ‘madre’ de la actual realeza europea. Todo se remonta a la mítica reina Victoria de Inglaterra (1819-1901), cuyos nueve hijos y múltiples nietos emparentaron con prácticamente todas las monarquías reinantes del viejo continente.

Durante su reinado, conocido como época Victoriana, se fraguó la Commonwealth, una mancomunidad de antiguas colonias británicas ahora independientes, que mantienen la monarquía inglesa como vínculo con el pasado.

Por esos lazos familiares y políticos, la ostentación que siempre acompaña a los reyes del Reino Unido y porque hacía tiempo que la realeza británica no vivía una celebración de estas características, la boda del príncipe Guillermo y Kate Middleton en Londres es uno de los acontecimientos más importantes para las dinastías europeas en los últimos años.

No obstante, y siempre respetuosos con el protocolo, la boda contará con pocos reyes entre los invitados. Será más sobria y menos grandilocuente que la de Carlos y la desaparecida Diana de Gales en 1981, porque el heredero al trono de la reina Isabel II sigue siendo Carlos. Guillermo, su hijo mayor, es el segundo en la línea sucesoria.

“La boda de Carlos y Diana fue la primera de un heredero en Inglaterra, desde que se casó la reina Isabel en 1947; aquello fue una cosa de mucha magnificencia”, dijo Ricardo Mateos, experto en monarquías. “La boda de Guillermo y Kate es de menor escala, ajustada a la posición que el príncipe Guillermo tiene en la sucesión”.

“La monarquía británica tiene una imagen rígida, casi como si fueran dioses que no se pueden tocar”, comenta Carlos Fuente, un especialista en protocolo. “El deseo de la corona británica es convertir esta boda del nieto de la reina en un escaparate, que dé una imagen de modernidad y contribuya al gran reto de las monarquías actuales: acercarse al pueblo”.

Sin embargo, para los analistas, el principal atractivo de la monarquía británica es su solemnidad y ceremoniosidad. La pompa que siempre rodea a la reina y su séquito. “La monarquía británica es un referente de glorias y pompas pasadas, por su propia estructura medieval”, dice Mateos. “De corte medieval, solo hay dos instituciones en Europa: una es la monarquía británica y otra la Santa Sede (Vaticano). El rey de Inglaterra y el papa son los únicos líderes del mundo que todavía son coronados. Esa parte ceremonial atrae mucho”.

Al margen del atractivo ceremonial que siempre ejerce una monarquía, la dinastía Windsor –cuyos orígenes se remontan al siglo X– goza de gran importancia en Europa por sus relaciones personales con el resto de familias reales. “Tiene lazos cercanos con las monarquías de Noruega, Suecia, España y Dinamarca. Un poco más lejanos con Bélgica y Luxemburgo. Y más lejanos todavía con Holanda”. La reina Victoria es tatarabuela del rey Juan Carlos de España, y de su consorte la reina Sofía, de la reina Margarita II de Dinamarca, de Gustavo de Suecia y Harald de Noruega.

Las cifras del casamiento de Kate y Guillermo
165.106
DÓLARES (100.000 libras) es la contribución de los padres de Kate Middleton, millonarios gracias a una empresa de venta por correspondencia, según el Sunday Times.

33
MILLONES DE DÓLARES (20 millones de libras) costará el dispositivo de seguridad de la boda real, en el que participarán 5.000 policías.

33.000
DÓLARES (20.000 libras) le costó al padre de Kate Middleton el vestido de novia que utilizará mañana en la boda con el príncipe Guillermo.

16.000
DÓLARES (14 mil libras) es el valor del pastel que se servirá a cerca de 600 personas en la ceremonia real. Este también será costeado por los padres de la novia.

http://www.eluniverso.com/2011/04/28/1/1379/reino-unido-madre-monarquias.html?p=1354&m=719

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