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Archive for 17 de octubre de 2012

Una prioridad: la desigualdad

Lunes, 08 de Octubre de 2012 06:49 | Escrito por Ricardo Raphael

Las prioridades de México son muchas y sin embargo hay una que se erige por encima de las demás: combatir la desigualdad. El tema es tan antiguo que podría desestimarse por el desgaste que produce el falso discurso de siempre. Con todo, es el tema más urgente de la política democrática. México no es un país pobre, pero es una nación profundamente desigual. Ahí radica nuestra principal deuda civilizatoria y también una de las razones para que la economía mexicana no se desarrolle en toda su estatura.

Para enfrentar la desigualdad los gobiernos mexicanos han optado por transferir recursos hacia quienes se consideran como las y los menos aventajados. Desde los años 70 del siglo pasado se han apilado programas destinados para asistir a las poblaciones más vulnerables; sobre todo aquellas que viven en las zonas rurales.

En el extranjero se presume ahora el programa Oportunidades, emblema de una política eficiente para entregar dineros gubernamentales a los más pobres. Lo hemos exportado a África y hacia algunos países centroamericanos. Junto a este programa estrella también destacan otros como el apoyo económico para adultos mayores, para madres solteras o para niños en edad escolar.

La característica de todos estos esfuerzos es que están dedicados a combatir la desigualdad económica asistiendo, con un cheque mensual, a quienes sobreviven en la parte baja de la escala social.

Contrastan en este contexto los análisis de Coneval dedicados a medir la desigualdad; ahí se muestra que, en México, las distancias en el ingreso continúan siendo abismales. Mientras el 20% más rico del país se queda con más del 50% de la riqueza nacional, el 20% menos favorecido apenas logra tocar el 3.5%. Para colmo, después de las crisis de 2008 y 2009, un número importante de familias mexicanas fueron arrojadas a padecer pobreza alimentaria. Acaso llegó el momento de revisar la concepción de desigualdad que gobierna a la política social. Mientras la desigualdad económica ha ocupado el centro del debate, la desigualdad de trato apenas se combate. Cierto es que se parecen, y muchas de las veces conspiran juntas, pero no son la misma cosa.

Cuando la ley, el Estado o las personas tratan de manera diferenciada por razones injustas, la desigualdad no es económica. Cuando la educación impartida por el Estado no multiplica las oportunidades, cuando la salud es un derecho ejercido por unos cuantos, cuando los tribunales juzgan en función de la apariencia física, la clase social o la edad, cuando el mercado del trabajo deja fuera de la formalidad en el empleo a ocho de cada 10 jóvenes, cuando las y los indígenas del país son siempre los grandes perdedores, cuando ocho de cada 10 adultos no tienen acceso al sistema financiero tradicional, en fin, cuando la sociedad mexicana sostiene un cierre social sistemático para excluir a la mayoría, el problema de la desigualdad deja de ser sólo económico para convertirse en algo tanto más grave.

La desigualdad de trato está prohibida en México por la Constitución; es así porque ésta es sinónimo de discriminación. A veces los términos del debate se confunden y hay quien cree que no discriminar significa dejar de maltratar al semejante con las palabras o los actos. Siendo cierto lo anterior, la discriminación es mucho más que eso. La discriminación es antítesis de la democracia porque proviene de una situación en la que el Estado, la ley y las personas hacen distinciones injustas y arbitrarias.

Si nuestra democracia proyecta tanta insatisfacción es porque este régimen no ha servido para igualar trato y oportunidades. Cruzaron las fronteras del siglo XXI mexicano las mismas barreras de entrada, los mismos privilegios, las mismas influencias, los mismos ganadores de siempre. Acaso porque la desigualdad de trato sobrevivió es que también lo ha hecho la desigualdad económica y no a la inversa.

Desafortunadamente la democracia no ha servido para conjurar la discriminación y por ello la mayoría de mexicanos asume que el actual régimen no puede ser considerado como tal. Así lo confirma el 52% de los entrevistados por el Latinobarómetro 2010.

Y esa mayoría tiene razón; mientras el régimen político mexicano no sea capaz de tratar con igualdad, la desconfianza política permanecerá. Es por ello que la lucha contra la discriminación debería estar colocada como la primera de las prioridades del México por venir. Lo demás es lo demás.

Analista político

http://www.diariolibertad.org.mx/dlib/index.php?option=com_content&view=article&id=13997:una-prioridad-la-desigualdad&catid=3:juicios-y-opiniones&Itemid=2

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Los peores años de la mamá de Fanny

Mala Madre

Los padres de Silvia Stephanie han buscado a su hija los últimos ocho años, a pesar de la negativa de las autoridades para hacer su trabajo. Ahora exigen que la muerte de El Lazca no sepulte la esperanza que aún les queda por encontrarla.

16 octubre, 2012

Hace ocho años que empezó la pesadilla de la familia Sánchez Viesca Ortiz y hasta ahora no parece haber intenciones oficiales por ponerle un fin. El 5 de diciembre de 2004 la pequeña Silvia Stephanie, entonces de 16 años, desapareció de la parada del camión en la esquina de la calle 28 y Matamoros, en la ciudad de Torreón, Coahuila. Por más rápido que se fue, simplemente no llegó.

Como suele ocurrir últimamente en estos casos, la familia investigó por su cuenta y averiguó que los presuntos secuestradores podrían ser integrantes de Los Zetas y que habrían contado con apoyo del disuelto Grupo Antisecuestros de Coahuila. De acuerdo con información recabada por los periódicos Vanguardia  y Reforma, cuatro años después se enteraron por la ex fiscal para la Atención de Delitos contra las Mujeres de la PGR, Alicia Pérez Duarte, que Fanny presuntamente vivía en Estados Unidos, que había sido secuestrada para ser pareja del jefe máximo de ese grupo delictivo, Heriberto Lazcano, El Lazca, y que habría tenido un hijo suyo. En una ocasión incluso ubicaron su paradero en la ciudad de Pharr, Texas.

Si todo lo anterior no fuera suficiente motivo para aniquilar la vida de cualquier padre, las autoridades fueron un poco más allá: nadie pudo ir a investigar si esto era cierto. La fiscal Pérez Duarte aseguró en su momento que no contó con apoyo de la Subprocuraduría Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) ni del área internacional de la PGR para solicitar la colaboración del gobierno de Estados Unidos. Y que le hicieran como quisieran.

En vano los padres de Fanny se han pasado los últimos ocho años tratando de sensibilizar a algún funcionario público que quisiera hacer su trabajo. Tuvo que llegar la casualidad a obrar en su favor para que su caso ocupara otra vez la atención de las autoridades y se colocara en el centro de la opinión pública. La muerte de El Lazca en un enfrentamiento con integrantes de la marina, una foto encontrada entre sus pertenencias y el testimonio de Salvador Martínez Escobedo, la Ardilla, ubicaron a la joven secuestrada como la mujer que aparece en la imagen y, por lo tanto, como la pareja de El Lazca. Fin de la historia, ¿qué no?

Aquí viene el problema. Las autoridades siguen si hablar con la familia ni tomar en cuenta sus dudas, los datos que han conseguido gracias a sus investigaciones y mucho menos sus requerimientos. Sin pruebas contundentes ya dieron por hecho que la joven es quien aparece en la foto con El Lazca y el interés que debería haber por encontrarla brilla por su ausencia. A la emoción inicial de averiguar por fin qué fue de su hija, los padres de Fanny han pasado a la desilusión de ser ignorados de nueva cuenta por la Procuraduría de Justicia del Estado de Coahuila, la PGR, la Marina.

La Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC por sus siglas en inglés), organismo que ha apoyado a la familia de Fanny en su búsqueda, ha tenido que precisar en sendos comunicados que a los padres no les consta que se trate de la hija. Y lo menos que esperan es que la Procuraduría explique por qué a ellos sí.

Todos los días me pregunto si la ineficacia de las autoridades mexicanas es sólo torpeza o simple maldad. Por qué no hay por lo menos un funcionario dedicado a devolverle su hija a doña Silvia Elia Ortiz. Dónde rinden cuentas, con quién quedan bien. Cómo es posible que se les fuguen los cadáveres. Alguien, algo, algún día, que nos explique dónde recuperamos un poco de fe.

http://www.animalpolitico.com/blogueros-la-sarten-por-el-mango/2012/10/16/los-peores-anos-de-la-mama-de-fanny/

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La mejor inversión

Manuel J. Jáuregui
17 Oct. 12

Un tema intrigante que debería ser dominante en la discusión pública es el de la inversión en educación.

México, de acuerdo con mediciones internacionales, es uno de los países latinos que más invierte en educación como porcentaje de su PIB, sin embargo, en las pruebas estandarizadas internacionales, esta inversión no parece redituar.

Nos topamos recientemente con un estudio del Instituto Upjohn para la Investigación sobre el Empleo que parece aportar una pista interesante que quizás el nuevo Gobierno debería analizar a la hora de pensar en quién será el próximo Secretario de Educación (que Dios y la virgencita guadalupana nos salven y no quieran sea, como se rumora, el despilfarrador y entracalador ex Gobernador de Nuevo León J.N. González Parás, feroz y resbaloso prinosaurio del Cretáceo).

El Instituto Upjohn, y también el profesor e investigador de la Universidad de Chicago, James Heckman, así como el autor e investigador Timothy J. Bartik -quien escribió un libro que debe ser lectura obligada para nuestros «genios» políticos, titulado «Invirtiendo en los Niños»- han demostrado en estudios sobre la economía de la educación, que la INVERSIÓN educativa que más rinde (a la sociedad y al educando) es aquella que se destina a la educación de los niños en preescolar.

Es decir, en la educación de los niños menores de CINCO años.

Ambos estudios indican lo mismo, mas el estudio del Instituto Upjohn le pone números.

Según éste, la relación en futuros ingresos del educando versus la inversión realizada en su educación es casi UNO A UNO (4 contra 3.78).

Bartik, por su parte, formula la hipótesis que la inversión en la educación temprana debe considerarse como una inversión en el desarrollo económico nacional.

En la cultura norteamericana, y en la nuestra también, se enfatiza de manera marcada la «educación superior».

Sin embargo, según los estudios mencionados, ésta no representa tan buenos réditos como la educación temprana.

Suena paradójico, y hasta contrario a las creencias convencionales, mas por ello es que sugerimos sea este tema uno digno de análisis.

No con esto pretendemos argumentar que el Gobierno federal y los Gobiernos locales en México deben dejar de apoyar la educación superior, sino que quizás debamos invertir MÁS en la educación temprana y en programas para los niños en kínder y preescolar.

Ahí parece haber una gran oportunidad educativa que le puede rendir grandes frutos al desarrollo económico de la nación.

No sabemos a ustedes, pero a este su escribano de banqueta le preocupa sobremanera lo que le estamos enseñando -o lo que no les estamos enseñando- a nuestros niños.

Abundan, tristemente, en nuestro País los MALOS ejemplos con los cuales se confunden los niños.

Es la nuestra una sociedad que carece de conductas ejemplares que los niños puedan emular.

Suélese decir que no les estamos inculcando valores a nuestra niñez; nosotros pensamos que sí se les están inculcando valores a nuestros niños, MAS NO AQUELLOS que les puedan servir a ser mejores ciudadanos, productivos, útiles a la sociedad.

Por lo que VIVEN y constatan en sus vidas personales y las de sus familias, en muchas zonas del País nuestros niños son expuestos a graves DEFORMACIONES en la conducta, las cuales no arrojan ninguna consecuencia negativa para quienes las practican.

¿Qué les enseñamos entonces?

A ser malos ciudadanos: los educamos a creer que «el que no transa no avanza», que «para lograr hay que mochar», que se vale hacer justicia a mano propia, que la violencia es aceptable, que las leyes están de adorno, que la justicia se puede comprar, y que sólo los tontos siguen las reglas.

En gran medida la repugnante ola de violencia barbárica que vivimos se debe a que hemos propiciado en nuestro seno social la gestación de generaciones enteras de sicarios, niños sin esperanza que caen facilito en la conducta antisocial porque carecen de formación, de educación, de cultura y en consecuencia no están dotados de una escala personal de valores con la cual regir su conducta.

No pretendemos pontificar, meramente sugerirles, amigos, que hay en este tema una enorme área de oportunidad, y que si somos como nación inteligentes deberíamos explorar -y aprovechar- sus beneficios.

http://www.reforma.com/editoriales/nacional/676/1350465/default.shtm

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